Los mensajes medioambientales ya no son una prioridad para el consumidor, por lo que las empresas se centran en destacar otras fortalezas
La crisis también ha afectado a la visión del consumidor sobre los productos sostenibles. Antes, en época de bonanza, el ciudadano se permitía el lujo de leer con detenimiento la etiqueta de los productos que iba a consumir para discriminar entre aquellos que se denominan sostenibles o ecológicos y los que no lo son.
Sin embargo, inmersos en plena crisis económica nos hemos visto obligados a economizar, abaratando nuestra cesta de la compra. En algunas sociedades donde el espíritu eco-friendly está más afianzado, como es el caso de EE.UU., la mitad de sus ciudadanos reconoce sentirse culpable por no seguir un estilo de vida sostenible.
La cosa es aún más grave. Se sentían acosados por las miles de campañas de “márketing verde”, que les hacían sentir incómodos, así que preferían no darse por enterados y refugiarse en una cómoda ignorancia, ya saben, el viejo dicho «ojos que no ven, corazón que no siente».
Así, un estudio del año 2013 de GlobalScan Radar pone de manifiesto que la preocupación de los consumidores sobre temas medioambientales se había desplomado ya hasta cifras de dos décadas antes.
Esta nueva situación se presenta como un desafío para las empresas productoras. En el caso de las grandes empresas, no supone un gran problema ya que se trata de empresas multimarca con diferentes estrategias de márketing diseñadas por producto y que fácilmente pueden reenfocar. Sin embargo, las pymes no suelen disponer de los recursos necesarios para cambiar su estrategia, por lo que deben centrar sus esfuerzos en mostrarse ante sus clientes como productores de gran calidad, diseño novedoso o mayor eficacia de sus productos, aunque en su elaboración continúen manteniendo las políticas medioambientales de siempre.

Una de las estrategias más utilizadas actualmente es la de involucrar al consumidor para que se sienta identificado con la elaboración de los productos que se le presentan en el mercado, contándole la historia del producto, donde pueda ver el desarrollo de su diseño y fabricación y el lado humano que se encuentra presente en toda empresa. En muchas ocasiones, también, se recurre a situaciones de humor, distendidas, que no supongan una carga para el consumidor, al contrario de lo que antes ocurría cuando se le hacía pensar e, incluso, sentirse culpable.